“Siempre haz lo que temes hacer”.
Ralph Waldo Emerson
Alguna vez en búsqueda de un trabajo formal, agregué un ítem
que había visto en otras hojas de vida y que me parecía elegante y sobre todo
muy efectista, “PERFIL: Persona seria, responsable y con
muchas ganas de trabajar y de aprender, con don de gentes y comunicativo. Aportando experiencia
como trabajo de cara al público. Sin problemas para pasar tiempo fuera del
hogar y con alto sentido de la puntualidad”. Mentí, obvio.
Es tiempo de reconocer los errores, y si de defectos se
trata el más feo de los que me aquejan es sin lugar a dudas la impuntualidad.
Sólo por citar un ejemplo y sin exagerar,
confieso que me he quedado más de una vez sin dinero, sólo porque no pasé la
cuenta de cobro a tiempo; soy de los que han pagado infinidad de multas en la EPS por no ir a la cita médica,
de los que hacían la tarea en el colegio a último momento (“¡Déjeme copiar, Déjeme
copiar!”), nunca cogí escarmiento a pesar de ser el primero de la lista… “¡¡¡Aguirre!!!”.
Lo sé, es una conducta tan absurda como tener mercado y morirse de hambre, es como
tener novia y no comérsela o como un odontólogo que vive con una muela coca por
miedo a la fresa.
–“¡¡¡Pura y física pereza!!!” –afirmaría mi madre–. Abrumado por mi patología (que no es sólo mía) me di a la
tarea de investigar, y me encontré con un término, desconocido hasta hace poco
para mí, que lo dice y lo explica todo: “procrastinar”. Deriva del latín procrastinare (‘aplazar’) y está formada por el prefijo pro (‘hacia’) y el adverbio cras (‘mañana’), o sea: “Dejar para
mañana”. ¡Uff!, Wikipedia todo lo puede. Definitivamente lo único que uno no
deja para mañana es la mediocridad, porque ésta al contrario del “éxito” sí
llega hasta tu casa o mejor dicho, hasta tu cama.
No es chévere ser
un “procrastinator” como lo llaman los gringos, créanme. Un “procrastinator” es
aquel que como yo se ve –con cara de culo- en filas interminables el ultimo día
de pago de una factura de servicio público, un “procrastinator” está lleno de
buenas intenciones, pero de pocas acciones, un “procrastinator” podría escribir
toda una enciclopedia de excusas, pero lo ha dejado para después.
Después de leer esto y de hablarlo ampliamente con mi psicóloga, ella me ha recomendado algo
por lo que seguramente valió la pena pagar esa sesión (y creo que valió la pena
su carrera, la de ella), y ese algo que le agradeceré siempre es: “Empieza a
terminar todo lo que empezaste”, y la que nunca había escuchado “No dejes para
mañana lo que puedas hacer hoy”. Ese mismo día le terminé a mi novia,
e inmediatamente me sentí mucho mejor.
Mi segundo propósito ha sido, después de aplazarlo por mucho
tiempo (cras, cras: mañana, mañana), publicar una entrada de blog, término al que
paradójicamente también se le conoce como post
(‘después’, otra vez el maldito miedo al fracaso). Así que he decidido triunfar con
este blog, no por su exquisito contenido, sino porque es una bofetada a mi “procrastinator”
interior; finalmente muy pocos lo leerán, otros simplemente dirán “después lo
leo” y el resto, la mayoría, no sabrán que existe.
Me consuela saber que no estoy solo, menos ahora, pues si
hay un mes lleno de “procrastinators” ese es enero, ¡pululan!. Es así como las promesas de Diciembre
empiezan a encontrar todo tipo de excusas o “evasiones”, que lo único que hacen
es llenarnos de frustraciones y por supuesto de nuevas promesas que seguramente
nos colmarán de culpa… pero mañana. No hay día que le guste más a un “procrastinator”
que el lunes: “El lunes empiezo en forma”, “Desde el lunes…”, “Este lunes sí…”,
cras, cras… ¡Pura mierda!
Así somos los “procrastinators”, dueños de frases como
“Tengo voluntad de puta”, “Para qué hacer hoy lo que puedes hacer mañana”,
“Ahora no estoy mentalizado”, y mi favorita: “¡Cinco minuticos más!”, cras, cras… Acto seguido, tropezamos con
la misma piedra.
Pero como se trata de encontrar alguna solución a nuestro
estado catatónico, he decidido hacer una lista de cosas que puedes hacer a
partir de hoy, si por tendencia natural eres
un “procrastinator” o aplazador compulsivo (como yo).
Primero que todo, si ya te metiste a leer esta cosa y vas
aquí, no desfallezcas, continúa, termina
de leerla hoy mismo.
Segundo, ve a la nevera, toma en tus manos esas uvas pichas
que te sobraron del 31 y que seguramente ya no te vas a comer, de paso la bolsa
de leche que tiene fecha del 2011 y bótalas a la basura o hazte una mascarilla.
Ve y vuelves que yo espero.
…
Para los fumadores: Cómprate una paca de cigarrillos de las
grandes y fúmatelos todos, ¡hoy mismo!. No dejes ninguno para mañana. Ahora,
proponte fumar esa cantidad diaria o ninguno. Si has de morir, que sea pronto.
Si quieres entrar al gimnasio desde hace mucho tiempo pero
lo has aplazado, no lo postergues más, desde hoy vas a decir: “El gimnasio no
es lo mío ¿y que?” Fácil, adiós a las culpas.
Compra un reloj bien fino y costoso y sin dudarlo date un paseo por San Victorino, chicaneando de reloj, esto te enseñará a valorar el tiempo y la vida.
Si tienes unos condones por ahí, acaba con ellos hoy mismo; si no logras darles el uso que es debido, por lo menos ínflalos y juega con tu mano derecha a no dejarlos caer al piso durante dos minutos, y acto seguido: suicídate (mentiras, deja eso para después).
Es un buen ejercicio aprender de memoria el juramento “procrastinator” que reza así: Yo no sé mañana, yo no sé mañana, quien va a estar aquí. Después puedes comprar el CD. No hay afán.
Tengo muchos más consejos, pero mejor te los explico después, por ahora digamos que este post termina aquí, porque la verdad no quiero inflar mis condones.
¡Por Fin!